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martes, 17 de noviembre de 2009

DIECISIETE


Y en la bajamar que salta en la calle de los cuerpos
los cuerpos y el único sudor de la mañana en
el traje violento ah..el cuero del coraje y
el ojo que mira de costado su estupor y
las señoras que beben el prístino veneno de la ira.
Pero brasevisto y a qué viene este fangal inmundo
a que la hora no diga su número preciado
y harrods gath y chaves se afiebre en el temblor inicuo de la marcha.
Qué cosa habrá que mover en el fichero del mandato,
en la cáscara de banana sobre la alfombra de
la calle quintana y en el petit café dónde los camareros
servirán sin cabeza algún brebaje un té
de paycos rústicos o hinojos silvestres
que no se diga y que la prensa no se calle.
El hecho maldito del país cegado en el incienzo todopoderoso,
Per omnia seculo seculom,
El mascarón de proa de los húsares de
bragueta abierta hacia la obscena
ventana de la muerte y
el jockey club entre el humo de los basurales
y las ratas por tirante que se escapan hacia sus lujosos sumideros.
El barro vuelve por sus propios huellass perdidas
Y otro diecisiete maldito las patas en la fuente o en la lluvia o en
el pavimento húmedo de la calle infranqueable que no
detiene uno solo de los pasos.
Uno solo de los caminos abiertos en la frente afiebrada de
la tardía eternidad.
Hugo Celati (2009)

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