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miércoles, 27 de febrero de 2013

TESTAMENTO APÓCRIFO

Señoras y señores. He muerto. No insistan con sus llantos y sus ruegos, donde quiebran rencores el oscuro resentimiento y sus secuaces famélicos de ira. Ya es tarde. No quiero preocuparlos. Pero no es posible el regreso. He muerto a las espaldas del silencio que supe sembrarles en la boca. No se disculpen, sé que han estado ocupados en ninguna cosa, pero en todo caso es en la propia nada, dónde mejor se vive. Yo estoy muerto, pero en buena forma, es decir, perdido en mi destino. No se lamenten…si yo lo hubiera adivinado, tal vez le hubiese sonreído o esas cosas que se piensan cuando ya no importa pensarlas. Tampoco dilapiden el tiempo conversando sobre la memoria de mis pasos. Es estéril. Ya no habrá pasos. Solo olvido. Un olvido al que ustedes, mis queridos, deben aferrarse, para alivio sacramental de culpas y dolores. Si alguno me amó, digo, no se rían, puede recordarme. Pero no lo aconsejo, de modo que no acepto reproches en la tumba estelar de mis vacíos. Si alguno me amó, sepa ahora resistir las tentaciones ostentosas del llanto. Soporte, solo, escondido. Humedezca en su cama solitaria. O márchese para siempre de mí, como yo lo hago ahora. Si alguno me amó, por favor, no rían más, lea de tanto en tanto las palabras que fragüé en la noche. Aborrézcalas después, si es su íntimo deseo. Señoras y señores. He muerto. Descansen en paz. Hugo Celati (2013) Fotografía: Hugo Celati (2006)