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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Lustral, el lomo evangélico se asoma por los anaqueles.
Las llamas de mi asombro no lo corrompen.
El afán por tanta vuelta y
el vino que se guarda en la conciencia del
dolor apenas si cuentan en la historia.
Los hombres no nacidos de mi ademán,
las caricias que prohijé pero no
tuvieron destinatario,
los labios sellados del sepulcro,
la voz adormecida que negó mi presencia
en este mundo,
la vieja solitaria que
apostrofa desde los capiteles,
son las sombras que vio Platón o quizás
el absurdo nombre de la realidad,
la verdad que se choca contra el muro social de
mi tristeza.
Hugo Celati (2009)

4 comentarios:

  1. Me gusta, me gusta. Esa mezcla en el lenguaje y en las imágenes: palabras y lugares lejanos, casi onìricos, y palabras y lugares cercanos, muy concretos, casi de violencia cotidiana.

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  2. Gracias! Sí..la idea era provocar un contraste fuerte...casi violento entre los "crímenes cotidianos"(personales y sociales) y que a la vez nadara en las aguas de lo onírico...
    Me alegra que haya sido de tu agrado...!
    H

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  3. En este poema hallo mucho de la gestación de la palabra teatral en Brecht: algo así como la puesta en escena del gestus y del avatar cotidiano -tal como enunció Paula-. En esa juntura, irrumpe con vigor la presencia de un cuerpo -tal es aquí la espesura del yo poético-capaz de traducir singularmente, y con determinación, los lazos entre lo individual y lo colectivo. En otras palabras: la pulsación violante de la poesía. Excelente, Hugo! Saludos!

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  4. Hola Daniela! un honor que emparentes mi texto con Brecht. Y coincidimos en que la poesía opera como una suerte de expresión (o de traductor...no traidor espero!)lo individual y lo colectivo.
    Gracias por la riqueza de tus palabras y por tu interés. Me alegra mucho saber que lo leído te ha interpelado. Un cordial saludo!

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