La rama, la leña que no
alcanzará su pasión vegetal
el incendio
de los bosques
los brazos añosos
de ese silencio
desconocido.
La espalda
quebrada
en haces
el cuerpo deshecho
esparcido
las hojas
el sonido
que se quiebra
la calma inesperada
los pies
la prisa
el hombre
que se mira
el ojo azul
de las frondas
abierto
y anhelante
como un dios
en la víspera
de su ocaso.
Hugo Celati (2009)
viernes, 27 de noviembre de 2009
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